DE ESPALDAS MIRANDO AL MAR




Mujer que al verso invocas
imagen pura de piel angelical.
Perla de mares apacibles
de frente bruñida a los rayos del sol.

Ven hacia mí mujer de vasta selva
inclínate solariega en mi regazo
y encenderemos juntos
el dorado fuego que inmortaliza el amor.

Deidad de rizada y recogida cabellera
esbelta y seductora cual Venus,
anclada a los dioses del Olimpo
solemne te baña la brisa del mar.

En los arrecifes de tus ojos
se aposenta el arco iris,
mientras mi instinto extasiado
espera inclaudicable el sueño inmortal
en la arcana tibieza de tu piel.

El céfiro al pasar te da un beso
traído desde un oasis de arenas perfumadas
donde las brumas tejen sus sueños
en egregias horas de un hondo amanecer.

El azul del océano te embelesa,
confunde cuán profundo es ese mar
donde las penas son equívocos recuerdos
que van por el mundo difusas a perder.

Pero déjame ver tu rostro,
el pecho erguido sin confines
para dibujar tus ojos y tus senos
con el ávido pincel de mis pupilas.

Ansío acariciar tu cuerpo sensitivo,
dejar correr mis manos,
hurgar triunfal
y llegar al vértigo de mis ansias infinitas.

La simetría de tus caderas
cual pétalo en su delirio
pueden trastornar la
esencia innata de los dioses.

Te espera un canto de sirenas
y arrullada en su sinfonía
dormirás el dulce sueño
abrazada al vacío, coronada de aura ilusión.

Publicado en la antología El rostro secreto de Eros, Argentina.

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