VERDADES AMARGAS
Yo fui la espina que hirió tus sienes
y fui la sombra que nubló
tu camino.
Sé que el recuerdo en tu
memoria tienes.
¡Toda la culpa lo tiene el
destino!
Yo fui el muro en tu
amplia vía
y fui la hiedra que enredó
tus pies.
Trunqué tus pasos con mi porfía
y clamé tu amor, no solo
una vez.
La luz de mis ojos se
apagará un día
y otra luz en tus ojos se
posará.
¿Es lo que tu corazón quería?...
¡Ya para mí, nada cambiará¡
Cuando mi cuerpo mustio y doliente
de este mundo ya se despida;
te dirá mi alma muy sonriente:
"Recuerda que sólo se va una vida!”
En el instante que mis despojos
en una tumba veas perder,
procura enjugar tus ojos
y solo una lágrima dejes caer.
Una laude de piedra sellará mi
morada
y en letras negras anunciará
mi nombre.
El tiempo lo dejará en nada:
¡Las flores, la cruz, el nombre!
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