NADA DEBO A LA VIDA
Cuando la
vida me haga
una mueca
alertando mi
partida,
cuando la
risa se convierta
en miedo
y huya
de mi boca,
cuando mi
sollozo
se escuche
a la distancia,
cuando se
derrumbe el muro
que me sostiene
y el polvo
salpique a mi
cara,
cuando mi
camino se trunque
después de
tanto haber andado,
cuando ya
de mí no
quede nada
y mi
corazón haya pausado;
advertiré que
nada dejo,
nada llevo
que nada
debo a la
vida,
y si
es deuda haber
vivido en ella
formándome tenazmente,
con mi
muerte pagaré cumplidamente.
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