A Mi Tierra
HOMENAJE A SIGCHOS EN
SU XXV ANIVERSARIO DE CANTONIZACION (POR JOSÉ VICENTE QUEVEDO)
Parque Central de Sigchos
El siguiente texto fue publicado en el periódico La Gaceta de Latacunga, el 29 de julio de 2017.
En un paraje excepcional, rodeado de majestuosas colinas zigzagueantes, donde la naturaleza es benigna y la vida florece, donde el arco iris se levanta para engalanar las tardes invernales; existe una planicie de terreno fértil, en la que se asienta el Cantón Sigchos, fundado mucho antes de la llegada de los incas a estas comarcas, lugar de sosiego temporal del monarca Atahualpa y sus huestes.
En un paraje excepcional, rodeado de majestuosas colinas zigzagueantes, donde la naturaleza es benigna y la vida florece, donde el arco iris se levanta para engalanar las tardes invernales; existe una planicie de terreno fértil, en la que se asienta el Cantón Sigchos, fundado mucho antes de la llegada de los incas a estas comarcas, lugar de sosiego temporal del monarca Atahualpa y sus huestes.
Recordar a la tierra que
nos vio nacer, es como recordar a la madre ausente o a un ser querido que se
nos fue definitivamente. Cuando nos encontramos fuera de la “Patria Chica”, extrañamos
el calor de la familia, el árbol que nos arrulló con su sombra, el aroma que
emanan las rosas del huerto, el trinar majestuoso de las aves al amanecer de un
nuevo día; pero a la vez, ver crecer y desarrollarse como ciudad, nos
engrandece el espíritu y nos eleva la autoestima y decimos con orgullo, "soy sigchense".
Gracias a la gestión de
autoridades elegidas democráticamente, quienes han contribuido con su capacidad
y esfuerzo, unos más otros menos, alcanzando mejoras significativas para sus
conciudadanos; nuestro cantón va escalando posición tanto en lo económico, como
en lo social y político.
¿Qué nos une a los que dejamos
el suelo que nos vio nacer, con los que han permanecido incólumes abrazados a
la tierra? Las razones son varias. Entre ellas: la sangre que late con
vehemencia en nuestras venas heredada de quienes nos antecedieron, el recuerdo de
aquel primer beso inocente que queda como una marca que nada ni nadie los podrá
borrar, el aire que respiramos desde el primer segundo de nuestra existencia,
brotado desde los colosos ILINIZAS, guardianes permanentes de nuestro pueblo,
el olor de la cosecha y el crujir del viento en las tardes gélidas; son vínculos
permanentes que perdurarán por el resto de nuestros días.
Rendir homenaje a nuestra
ciudad en su aniversario, es deber de todo ciudadano sigchense. El júbilo de un
pueblo es respuesta al engrandecimiento de la tierra que nos dio cobijo, familia,
amor, oportunidad de educarse, y debe ser llevado con absoluta gratitud y
respeto, enalteciendo las virtudes que cada individuo lleva dentro, resaltando
los valores, costumbres y tradiciones de nuestros antepasados que nos supieron guiar
por senderos correctos en busca de mejores días.
Hijos del Cantón Sigchos
han brillado en diferentes ámbitos profesionales, dentro y fuera, con absoluta independencia,
capacidad y emprendimiento. De allí que, desde cualquier rincón de la geografía,
se puede aportar para el engrandecimiento de nuestro cantón y de la Patria
entera”.
Con mucho respeto y
veneración
(Este poema lo escribí recordando mi época de adolescente)
A MI TIERRA
Huerto
sublime de mi adolescencia
en tu seno
sembré mi esperanza
y en tu
regazo soñé ver la luz
de mi lejana
existencia.
Follaje
adornado de flores
paraíso de
traviesas mariposas
estancia de
aves multicolores
jardín de
mujeres hermosas.
Frondosos
cipreses cargados de rocío
nidal de
pájaros cantores
sombra en
las horas soleadas
romance en
las noches doradas.
Tus floridos
huertos y dehesas
de fresco
aliento perfumado
lucen
destellantes en las noches
a la sombra
de un matiz crepusculado.
Tus calles,
plazas y parques
permanecen
ancladas noche y día
al mar azul
del firmamento
donde los astros
te cantan su melodía.
Suenan las
cuerdas de una vieja guitarra
en las horas
nocturnas de amor y pasión.
La voz del
trovador despierta a su amada
y con versos
proclama dueña de su corazón.
Mansos
riachuelos corren sin parar
formando
cristalinas espumas
cuyo destino
es el ancho mar
donde yacen lejanas brumas.
Majestuosas
cordilleras ondulantes
yerguen en
el azul del horizonte,
rocas como
estatuas vivientes
columbran en
el lejano monte.
Enfrente dos
colosos fulgurantes
se levantan
gallardos en la cima,
vigilantes,
guardianes de mi tierra,
son “Gloria
de la Cordillera Andina”.
Con su
hálito refrescan los campos
de doradas
espigas al viento,
hogaza y
esperanza de un pueblo
de hombres
aguerridos y valientes.
Sigchos: tierra soberana y prometida
heredad de nobles y plebeyos
la historia y tradiciones te engalanan
y tu gente que admira y te ama.
Comentarios
Publicar un comentario
Gracias por su comentario, sigue visitando el blog.